domingo, 7 de junio de 2020

Imagina que eres un jardín

Un Jardín que puede tener una gran variedad de plantas ornamentales. Puede ser un huerto donde cultivas árboles frutales, verduras, y legumbres. O puede ser que en tu jardín tengas un poco de todo. Tú decides.

Necesitas semillas que plantar y herramientas como picos especiales, palas, rastrillos, abono para plantas, tierra especializada. Necesitas preparar la tierra. Si no tienes una extensión de tierra, pero sí un patio, necesitarás macetas de diferentes tamaños. Tu Jardín quizá iniciará con una o dos plantas, o quizá decidas plantar varias a la vez y cuidar de todas.

Quizá quieras que tu Jardín sea un homenaje a la belleza de la naturaleza y una expresión de tu sensibilidad artística; será un Jardín para apreciar y disfrutar. Quizá prefieres un Jardín cómodo para descansar o meditar, para tener una buena conversación, por lo que tendrás árboles que den sombra, algún techo y bancas, incluso una fuente. Quizá prefieres un huerto que te de fruta y verdura para nutrir a tu familia, de ahí tomarás lo que necesitas para preparar tus alimentos.

Quizá quieres un espacio que te de sombra, pero también algunas frutas y verduras. Además de tus flores favoritas para deleitarte con su belleza. Es decir, un Jardín para muchos propósitos.

Dependiendo de tus preferencias, de lo que te gustaría que ese jardín te dé, necesitarás darle cuidados específicos. Tu Jardín y el mío necesitarán de diferentes estrategias y rutinas para su mantenimiento y florecimiento. Quizá coincidamos en algunos puntos, quizá serán muy diferentes. Aún así, podremos compartir experiencias, aunque lo que a ti te funcione no necesariamente me funcione a mí, seguramente ambos nos enriqueceremos al compartir nuestros logros.

Todo Jardín necesita de cuidado, de trabajo constante, bien enfocado con una estrategia. Necesitamos elegir las semillas de acuerdo con la tierra y el ambiente, de acuerdo con nuestros conocimientos y capacidades. Sobre la marcha podremos añadir, realizar ajustes y cambios.

No importa el tipo de jardín, existen principios básicos que tenemos que seguir si realmente queremos que florezca.

Todo Jardín necesita de cuidados específicos. Cada planta o árbol requiere de cierta cantidad de agua, sol y abono, a ciertos intervalos de tiempos, ni mucho ni poco. Por ejemplo, demasiada agua puede ahogar nuestras plantas. Demasiada presión en el chorro de agua puede desenterrar las raíces o dañar las hojas. Los mismo ocurre con el sol. La falta o exceso de sol, agua y abono puede arruinar nuestro trabajo.

Todo Jardín necesita limpiarse. Cortar la hierba mala, quitar las hojas secas, fumigar, espantar las aves que pueden dañarle, eliminar las plagas que le puedan destruir. Necesitamos implementar los cercos necesarios, utilizar los pesticidas adecuados, techos y demás estrategias para mantenerlo en buen estado y floreciendo.

Habrá insectos y aves que lleguen a nuestro Jardín, algunos de ellos realizarán actividades esenciales para la vida, como la polinización. Los insectos y las aves son pensamientos y emociones que tendríamos que aprender a distinguir si pueden ayudar al equilibrio de nuestro Jardín, o si por el contrario únicamente traerán plagas, y nos someterán, nos llevarán a únicamente prestarles de manera destructiva, descuidando el resto de nuestro Jardín.

Finalmente, siempre es importante considerar que puede ser que después de todo el cuidado y empeño algunas plantas mueran, o tengan un desarrollo lento, quizá diferente al esperado. Probablemente necesitemos de cuidados especiales por algún periodo de tiempo.

Habrá momentos en que un grupo de aves estén acechando, picoteando aquí o allá. Quizá no sean aves, quizá alguna plaga. Verteremos nuestros esfuerzos en deshacernos de ello. Pero hay que estar atentos a no descuidar el resto del Jardín, pues cuando alguna de nuestras plantas tiene dificultades, con toda seguridad habrá otras floreciendo, cuyos frutos podremos disfrutar.

Puede ser que todo nuestro jardín se venga abajo, no por nuestro descuido, sino por alguna tormenta o plaga que llegue a la región. Quizá todo se venga abajo porque no supimos cómo cuidarle, o quizá no teníamos el conocimiento correcto. No importa, lo que quedaría en esos casos es la tierra y nuestra experiencia. Ya lo hicimos una vez y lo podremos hacer de nuevo. Si eso sucede, sabremos qué trabajo se requiere, cómo se hace, sabremos qué herramientas necesitamos, y qué ayuda pedir.

Tener un Jardín próspero requiere de conocimiento, de estrategia, de práctica, de intentar una y otra vez, de constancia. Imagina que eres un Jardín, en el que tú eres quién le cuida, el responsable de nutrirlo y hacerle florecer. Vendrán diferentes situaciones de fuera, ideas, emociones o incluso personas que quieren aprovechar lo que has construirlo hasta dejarte seco. Quizá, incluso pudieran llegar alguna situación extraordinaria que te derribe, pero siempre podremos reconstruir nuestro Jardín. Si es así, cierto, quizá tome esfuerzo y ayuda externa. Ayuda de tus familiares, amigos, colegas, incluso quizá de profesionales de la salud.

Por otro lado, cuando esas plagas, esas aves, o esas tormentas lleguen, recuerda que seguramente todavía tendrás plantas dando flores, árboles dando sombra, raíces dando frutos, nuestra mirada también debe estar sobre las partes sanas y fuertes, pues de ellas necesitamos para enfrentar cualquier situación.

Conoce tus fortalezas.

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